¿Qué es el estrés?
Una de las preguntas que nos hacemos frecuentemente es ¿qué es el estrés y cómo se manifiesta este en nuestro organismo y en nuestro día a día?
De esta forma, el estrés es un estado de tensión que se presenta cuando creemos que está en peligro nuestro bienestar, nuestra salud o cuando los acontecimientos que nos rodean nos originan un desequilibrio entre las exigencias presentes en el contexto que nos rodea (ambientales, psicológicas y biológicas) y los recursos que creemos que tenemos para hacerlas frente.
Así, cuando nos enfrentamos a una situación que nos resulta poco conocida o abrumadora nos vemos en la tesitura de adaptar nuestros pensamientos y conductas.
De modo que podríamos conceptualizar el estrés como una consecuencia que ocurre cuando percibimos una situación amenazante, emocionalmente perturbadora o inquietante y, asimismo, consideramos que hay un desequilibrio entre las demandas que se nos presentan y nuestra capacidad efectiva para solucionarlas.
¿Cómo se adapta nuestro organismo al estrés?
Es necesario puntualizar que nuestro organismo está preparado para afrontar un cierto grado de estrés, así, este se puede considerar positivo cuando nos prepara para afrontar una situación que nos genera incertidumbre.
De esta forma, como hemos comentado anteriormente, el estrés se origina cuando consideramos que hay un desequilibrio evidente entre un determinado acontecimiento o situación y nuestras capacidades para resolverlo de forma satisfactoria.
Así, el estrés se caracterizaría por las diferentes manifestaciones físicas que se producen cuando el organismo intenta adaptarse a los estímulos y a los cambios que percibe del ambiente. Así, estas reacciones ponen a la persona en un estado de alerta y la ayudan a afrontar la situación.
El estrés es un estado de tensión que se presenta cuando los acontecimientos que nos rodean nos originan un desequilibrio entre las exigencias presentes en el contexto que nos rodea (ambientales, psicológicas y biológicas) y los recursos que creemos que tenemos para hacerlas frente.
Fases del estrés:
Cuando nos preparamos para afrontar una situación de estrés se producen una serie de cambios en nuestro organismo que posibilitan que podamos enfrentarnos a dicha situación. Así, esta reacción fisiológica puede dividirse en tres etapas:
Fase de alarma |
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La situación de estrés estimula la parte del cerebro que controla el sistema nervioso autónomo, el hipotálamo. Este sistema nervioso se divide en dos troncos nerviosos diferenciados; el sistema nervioso simpático y el sistema nervioso parasimpático. De esta forma, ante una situación de amenaza nuestro hipotálamo activa el sistema nervioso simpático, el cual se encarga de preparar a nuestro organismo para enfrentarse a la situación de peligro o lo prepara para huir. En esta etapa todo nuestro organismo está orientado a responder al estímulo amenazante, de forma que aparecen alteraciones en distintas funciones:
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Fase de adaptación o resistencia |
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Cuando la amenaza o el peligro desaparecen entra en funcionamiento la otra rama del sistema nervioso autónomo, el sistema nervioso parasimpático, el cual se encarga de relajar a nuestro organismo. Mientras esto ocurre, todas nuestras funciones están orientadas a defenderse o a coexistir con el acontecimento estresante de modo que nuestro organismo se encuentra alterado, predisponiéndonos a contraer enfermedades. Si el factor estresante se mantiene en el tiempo nuestro cuerpo entraría en una tercera fase de estrés. |
Fase de agotamiento |
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Cuando la amenaza o el peligro se mantiene en el tiempo, nuestro sistema nervioso parasímpatico no tiene la posibilidad de actuar para que nuestro organismo se recupere. De esta forma, se produce un agotamiento de los recursos y empiezan a aparecer sintomatología física (resfriados, infecciones) y psicológica (insomnio, ansiedad, depresión). |
Nuestro organismo está preparado para afrontar un cierto grado de estrés, así, este se puede considerar positivo cuando nos prepara para afrontar una situación que nos genera incertidumbre.
¿Qué podemos hacer?
En numerosas ocasiones, el cómo afrontamos una situación o el impacto que tiene esta en nuestro día a día o sobre nuestra salud va a depender de cómo evaluemos la situación y los recursos que tenemos para afrontarla. Así, la valoración de una situación como amenazante o problemática, en la mayoría de los casos, va a tener una connotación subjetiva y personal.
De esta forma, aun cuando en numerosas ocasiones no tengamos control real sobre la situación, si poseemos cierto control sobre cómo podemos evaluar dicha situación o sobre los recursos que poseemos. Asimismo, poseemos control sobre qué conductas y pensamientos vamos a realizar para minimizar los efectos negativos de la situación que nos está sobrepasando.
El cómo afrontamos una situación o el impacto que tiene esta en nuestro día a día o sobre nuestra salud va a depender de cómo evaluemos la situación y los recursos que tenemos para afrontarla
Recomendaciones |
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Evidentemente hay situaciones que requieren nuestra atención, pero no durante todo el día ni requieren todos nuestros recursos atencionales, de esta forma, hay que afrontar el problema, pero equilibrando el impacto que tiene sobre nuestra rutina.
Salir a dar un paseo, hacer algo de ejercicio que mueva nuestro corazón y despeje nuestra mente es fundamental para poner a nuestro organismo a punto para poder afrontar cualquier eventualidad.
Hablar de los problemas les otorga una entidad más manejable y nos ayuda descargar parte de la tensión que acumulamos cuando el problema solo ronda nuestra cabeza.
Hay situaciones que tienen una resolución inmediata, pero la mayoría de ellas su resolución está espaciada en el tiempo. De esta forma, céntrate en lo que puedas hacer en el momento presente o a corto plazo y reserva tus recursos físicos y atencionales.
A lo largo de nuestra experiencia vital nos enseñan herramientas y recursos que no siempre son los adecuados para afrontar todas las situaciones que puedan aparecer en nuestro día a día. Cuando sientas que la situación te excede y necesitas ayuda no dudes en acudir a un profesional cualificado de la psicología para que te ayude a crear nuevas estrategias y recursos más adaptativos.
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Autor: Inmaculada González. Psicóloga sanitaria
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